En multitud de ocasiones, nos enfrentamos a las obligaciones de un nuevo día sin oponer resistencias. Realizamos un trabajo mecánico o al menos controlado, e incluso lo hemos realizado tantas veces que es extraño el error que se pueda cometer. Este crucero de la comodidad, nos lleva a la deriva, sin rumbo y propensos a una rutina que se alimenta de la inmovilización. Una inmovilización por falta de un PROPÓSITO definido en relación a nuestros objetivos.
Un OBJETIVO no es nada más que un reto planteado para poner a prueba nuestras capacidades. Si no ejecutamos nuestros objetivos, los mismos con el tiempo quedarán anulados, olvidados o ya no se adaptarán a nuestras circunstancias, ya que pensar lo contrario nos llevaría a la conclusión de que el mundo y la propia naturaleza nunca evoluciona ni está en un constante cambio. El permanecer sedentariamente dentro de nuestra área de confort nos garantiza que así no tenemos que preocuparnos por un error en el intento.
Solemos comenzar nuestros proyectos con una excesiva motivación, pero a la vez que nos adentramos en detalles y las cosas no avanzan como esperábamos, nos bloqueamos, aburrimos, nos falta seguridad y comenzamos a no creer en ese propósito inicial. Es normal que en todo proceso existan dificultades, bien por falta de previsión, o porque no tenemos todavía adquirido el aprendizaje suficiente para ello. Lo interesante de aprender es que cuando lo haces ya sabes como hacerlo. Una derrota duele mucho cuando se pierde por un mal enfoque de confianza y una inadecuada táctica, a pesar de que en ese momento te sientas la persona más fuerte del mundo. Si todo ha sido inesperado, piensa que todo es aprender y a la próxima ya sabrás como hacerlo.
Una de las causas más comunes del fracaso es el hábito de abandonar cuando uno se ve presa de una FRUSTRACIÓN TEMPORAL: sentimiento que envenena nuestra motivación por encontrarnos con un obstáculo en el camino. Estos obstáculos suelen aparecer muy cerca del final. He leído como gente náufraga se ahogó cerca de la orilla al perder la calma en el momento más cercano al objetivo de salvar su vida. ¡Créeme! La oportunidad siempre está ahí, al final, y no sabe presentarse de otra manera que a través de una frustración temporal. Quizás tenga usted tanta suerte que no se encuentre ni con una piedra en el camino, pero ¿Ha pensado alguna vez por qué no podemos conseguir todo lo que queremos? ¿Cree que Thomas Edison no se frustró más de 30.000 veces antes de demostrar la eficacia de una bombilla eléctrica?
La interpretación de la realidad viene influenciada por el pensamiento asociado a sentimientos relacionados con el entorno y la experiencia. Cuando la experiencia no ha sido la que se esperaba, el pensamiento la almacena como una codificación negativa, y por tanto volverá a repetir la misma conducta en situaciones similares si no tenemos la actitud para cambiar nuestra forma de hacer las cosas y de pensar.
La mente es el mayor indicador de nuestros propósitos, y la PERSEVERANCIA: es la actitud para creer en aquello que planteas, generando todas las oportunidades precisas para avanzar, a pesar de las barreras que se interponen. La perseverancia es un no olvidar, es un tener siempre en cuenta, por lo tanto no es otra cosa que un estado mental donde sabes lo que quieres ya que este es el primer paso de todos. Si sientes que aquello que quieres puedes recibirlo, has vencido. Nadie está preparado para recibir aquello que no cree o siente. Jamás te detengas aunque te digan NO, si tienes clara la DIRECCIÓN.
La diferencia entre el objetivo y la dirección es que el objetivo es el lugar a donde quieres llegar y la dirección la brújula interior que no tiene nunca un fin. Tienes que tener siempre en mano tu timón personal, para dirigir las desviaciones que se produzcan durante el viaje. Imagina que te planteas una serie de objetivos con el fin de alcanzar un propósito. Si estos objetivos no se adaptan a los cambios o imprevistos, es como estar en medio del mar sin timón, dejando que los vientos y las corrientes dirijan tu vida. Por lo tanto, cuando conseguimos materializar un objetivo, el fin ha concluido, hemos superado aquello que propusimos en un pasado cercano o lejano. Lo interesante es seguir con la dirección y no morir con el objetivo que ya se alcanzó.
De entre todas las fábulas, metáforas, cuentos, etc, que he leído, recuerdo casi a diario este del libro de Napoleon Hill. Cuando me encuentro con alguna dificultad que frena mi propósito para alcanzar un objetivo y la frustración me golpea, asocio este hecho real a mi patrón mental de comportamiento. Seguro que alguno adopta este hecho real a su vida. Que disfrutéis……
A UN METRO DEL ORO (“Piense y hágase rico”. Napoleon Hill.1937)
Un tío de R.U. Darby fue presa de la “fiebre del oro”. Obtuvo una licencia y se fue a trabajar con el pico y la pala. Después de varios meses de trabajo obtuvo la recompensa de descubrir una veta de mineral brillante. Necesitaba maquinaria para extraer el mineral. Con discreción, cubrió la mina, volvió sobre sus pasos a su hogar en Williamsburg, Maryland, y les habló a sus parientes y a algunos vecinos del hallazgo. Todos reunieron el dinero necesario para la maquinaria, y la enviaron a la mina. Darby y su tío volvieron a trabajar en ella. ¡Hacia abajo fueron los taladros! ¡Muy alto llegaron las esperanzas de Darby y de su tío! Entonces sucedió algo. ¡El filón de mineral brillante desapareció! Habían llegado al final del arco iris, y la olla de oro no estaba allí. Perforaron en un desesperado intento para volver a encontrar la veta, eso fue en vano. Finalmente decidieron abandonar.
Vendieron la maquinaria a un chatarrero por unos pocos centenares de dólares, y tomaron el tren de vuelta a casa. El chatarrero llamó a un ingeniero de minas para que mirara la mina e hiciera una prospección. El ingeniero le informó de que el proyecto había fracasado porque los dueños no estaban familiarizados con las “vetas falsas”. Sus cálculos indicaban que la veta reaparecería ¡a un metro de donde los Darby habían dejado de perforar! ¡Allí fue precisamente donde fue encontrada!
El chatarrero extrajo millones de dólares en mineral de aquella mina porque supo buscar el asesoramiento de un experto antes de darse por vencido.